divendres, 4 de febrer del 2011

CUENTO DE GLORIA FUERTES

EL COCHE QUE ATROPELLÓ UN ÁRBOL


EL COCHE SE ABOLLÓ. Estiró las ruedas y arrugó el hocico. Pero el àrbol quedó destrozado y toda la acera llena de nidos y pichones.

El conducator dijo mirando al árbol caído:
-¿Tendrá arreglo?
-No, señor, éste ya no retoña- dijo un viejecito que entendía.

Y yo dije:

-¡Qué ciudad! ¡Qué barbaridad!

Cada día hay más coches y menos árboles, más ruido y menos oxígeno,
cada día hay más `prisa y menos risa.

Yo me voy al pueblo
a recoger la aceituna
(si queda alguna).

Yo me voy al pueblo, ahora,
a trabajar de pastora
(si quedan ovejas),
a recoger miel
(si quedan abejas).

Yo me voy al pueblo
a plantaar un árbol,
a escribir un cuento.

Adiós, Madrid,
(lo siento).